domingo, 29 de agosto de 2010

Latitudes de nostalgia

No sabía bien lo que iba a significar esta pequeña escapada. Un fin de semana de relax y cambio, si acaso. Paseos por la playa. Olvido del trabajo. Descanso de la rutina, que ya van unos meses largos que no descanso. Pero ha sido algo más. Ha sido darme cuenta otro poco, de quién soy, cuáles son mis raíces (parte de ellas) y qué he hecho con los frutos de ese árbol que es la vida…

Pero, seré sincera, para saber quién soy no me vale sólo un fin de semana y recorrerme la geografía de una región a la que siempre es grato volver. Para saber quién soy tengo que recorrerme también las geografías humanas de algunas y algunos que han sido importantes en mi vida. Porque al igual que la tierra, es la gente que te rodea la que te da forma; no porque seamos hasta tal punto maleables que no tengamos libre albedrío, sino porque estamos influenciados por las circunstancias, que además del lugar y el momento, las crean las personas.

Así que, como digo, me he embarcado en un fin de semana de nostalgias. A medida que iba llegando, los nombres de los pueblos por los que pasaba creaban lejanas cacofonías en mi mente… San Vicente de la Barquera , Unquera…, Potes… Cangas de Onís, Covadonga, LLanes… Y recordaba a mi amama, la madre de mi padre, cuando yo era niña hablar de cosas de mayores y mencionar esos pueblos: “Manolín marchó a Cangas a vender el quesu y no volverá hasta la noche” “No, la moza era de Posada y vino aquí a Llanes a trabajar de sirvienta. ¡Tres pesetas le pagaban entonces al día!” “Vendió Rosalía la casa y los caballos. Con los hijos todos en Gijón, ya `pa qué iba a quedarse aquí sola”

El paisaje de Asturias es montañoso, es marino, es de olores y colores, verde, azul intenso turquesa, blanco frío… como ellos mismos dicen, es un auténtico paraíso, y hoy sin ir más lejos, he podido comprobarlo mientras disfrutaba casi en solitario, de una pequeña y perdida cala en el pueblo de Cue. Pero Asturias es también pueblo, pueblo reflejado en sus tranquilas gentes y su gastronomía, así como en sus casas, tradicionales edificios de dos plantas con un largo balcón corrido arriba, acompañados en ocasiones de un pequeño hórreo donde antaño más que ahora, guardaban la siembra recogida, a salvo de las alimañas del campo. Y Asturias es así mismo, ese lado elegante aunque ya decadente de sus mansiones; a modo de dama engalanada encontramos aquí y allí hermosas fincas de indianos que parecen querer contarnos historias de otros tiempos mejores. Espléndidas la mayoría de ellas, ya casi todas muestran una triste y abandonada estampa, lejano reflejo de unos tiempos en los que, quienes marcharon a hacer fortuna a Méjico, Venezuela, Cuba, etc volvieron siendo importantes hombres de negocios e hicieron construir en sus pueblos de origen, bellas mansiones con aires del otro lado del Atlántico, que sí o sí, tienen en sus jardines esbeltas palmeras que nos recuerdan tierras más cálidas y suaves. Ahora, con el auge del turismo, gracias al cual Asturias recobra cierta bonanza económica, algunas de esas preciosas villas se han recuperado y lucen luminosas, floridas y deslumbrantes, como probablemente lo fueron a finales del s XIX y principios del XX. Es en una de ellas donde he pasado este fin de semana que se me ha antojado un poco como una vuelta a mi niñez, a otro tiempo en el que viví momentos de felicidad y descubrimientos.

Y mientras recordaba nombres, rostros, caminos y sensaciones arrinconadas en algún punto infinito y muchas veces inalcanzable, he ido sacando algunas imágenes de lugares que igual que fueron, siguen siendo. Aunque tanto ellos como yo, hayamos cambiado un poco.














miércoles, 25 de agosto de 2010

¡Fiestas de Bilbao! - Bilboko Jaiak!

Y es que la ciudad ya ha estallado en fiestas. Es una de esas fiestas populares que han conseguido enganchar a la mayoría de los habitantes de Bilbao y a los de otras comarcas. La ciudad entera se engalana y disfraza durante una semana, para dar paso a expresiones de todo tipo (principalmente las que tienen que ver con la cultura del alcohol, todo hay que decirlo). Txosnas en la zona del Arenal, protagonistas indiscutibles del alma de la fiesta, donde se va en peregrinación de una a otra saciando la sed que el calor de estos días deja en el cuerpo. Y llenando los estómagos con unos deliciosos bokatas de diverso tipo.

Gente por doquier, llenando espacios en la calle, en bares y restaurantes. Teatro y música a partes iguales, con la visita de conocidos artistas que hacen vibrar a la gente hasta altas horas de la noche. Bandas de música que amenizan el cotarro por el Casco Viejo al ritmo de uno o dos pintxitos, sin olvidar el deporte rural y las consabidas corridas de toros que, por extraño que pueda parecer al foráneo, tienen en Euskadi su máxima expresión, por algo el arte del rejoneo, dio comienzo hace siglos en la zona de Navarra. Esa parte yo prefiero saltármela, no me gusta ver sufrir a nadie, sea animal, persona o "cosa".

Ayer salimos a disfrutar un poco de toda esa locura que comienza a cruzar fronteras. Para los que no estuvieron, ahí va una pequeña muestra. (Siento que las fotos queden tan pequeñas)



miércoles, 18 de agosto de 2010

La tortuga fugitiva y el canario feliz

Sí, sí... ya sé. Parece un plagio total... pero no nos precipitemos, sólo he tomado prestada la historia un ratito.

La cosa es que el otro día tuvimos en casa la visita de una amiga y su hijo. Durante la merienda me pidió que le contara un cuento. "Vaya" - pensé - "¿Y qué le cuento ahora que no sea lo típico de caperucita y el lobo?"... total, que me acordé del cuento que escribió el otro día Marcelo, y se lo conté. Fue durante la merienda y al ritmo de mis gestos y palabras, entre risas y espacios a propósito, dio buena cuenta del bocadillo, mientras me miraba con esos ojos abiertos y espectantes que ponen los niños cuando algo les interesa.

Y no pude menos que hacer un dibujo que ilustrara sutilmente la historia.

Y aunque no es ninguna maravilla, este es el resultado, que se lo brindo a Marcelo. Un pequeño tributo a un gran narrador.

:-)

jueves, 12 de agosto de 2010

Nelson Mandela



Nelson Mandela es sin duda uno de los personajes mundiales con más repercusión. Es también, creo, una de las personas con más carisma y mayores dotes de liderazgo que han podido subir a la palestra de la política mundial.Y es de agradacer, no sólo por aquellos y aquellas que han tenido la suerte de vivirle y conocerle, sino por todas las personas que tienen algo de sensibilidad y son capaces de darse cuenta de la inmensa influencia que sus posturas sociales y políticas, han ejercido en el ánimo y sentimientos de todo el mundo.

No deja a nadie indiferente. Quien más quien menos, ha oído hablar de él y de su vida. Quien más quien menos sabe que estuvo preso. Que se hizo viejo en la cárcel. Que tiene una perenne sonrisa. Que llegó a ser el primer presidente sudafricano elegido democráticamente. De todos los demás detalles, que no son pocos, se sabe menos, por aquello de que no siempre podemos profundizar en todas las vidas ni en todas las historias.

Pero yo estoy ahora conociéndo un poco más su persona y su historia. Estoy disfrutando de un pequeño libro escrito por alguien que compartió con él tres años de su vida, solamente para conocerle mejor, para estar con él y para acabar escribiendo y contando quién fue y por qué.

Este párrafo que escribo a continuación, del autor del libro, Richard Stengel, puede dar una idea de la persona tan inmensa que, a mi juicio, fue y sigue siendo este hombre; naturalmente es difícil ser objetivo cuando se está mucho tiempo con alguien a quien admiras, pero el consenso es bastante general y yo, para no llevar la contraria, me uno al resto.

“ ... Cuando pienso en el legado de Mandela a mis hijos, recuerdo la desgarradora conversación que Mandela mantuvo con su primer hijo, cuando éste le preguntó por qué nunca pasaba la noche con la familia. Mandela tras pensarlo unos momentos y tomando una decisión muy difícil, respondió: “Porque hay millones de niños en Sudáfrica que me necesitan”. Por muy difícil y duro que pueda parecer, era el sencillo pero terrible cálculo que Mandela había hecho. Una de las cosas que él buscaba con su propio sacrificio era que algún día otros padres y madres no tuvieran que pronunciar esas palabras u otras parecidas; que su hijo pudiera heredar un país libre en el que él no tuviera que luchar por la libertad que debería haber sido su derecho inalienable. De una manera amplia, Mandela quiere que haya un vínculo entre su vida, sus valores, sus logros y todos los que vengan detrás de él. Por único que pueda ser, él te dirá que forma parte de una larga cadena de liderazgo, un continuo de aquellos que nos precedieron y los que nos sucederán, una cadena grande y poderosa formada por aquellos que luchan por ampliar la libertad humana”

.......

jueves, 5 de agosto de 2010

El beso robado

... Sucedió ya hace varios años. Hoy lo he vuelto a recordar al encontrarme en la calle con alguien que me ha parecido él, pero no era él.

Por aquella época trabajábamos juntos. Era algo más joven que yo y estaba lleno de energía y vitalidad. Le acompañaba siempre una pícara sonrisa ladeada y tenía unos hermosos ojos claros.

Entramos en la misma promoción y aunque superficial, siempre tuvimos buen trato. Pero aquel trabajo se volvió un auténtico infierno y cada uno a su manera, empezaba a buscar válvulas de escape que le mantuvieran firme y con ganas de seguir. Yo encontré entonces su sonrisa y quise atarme a ella para coger fuerzas y no flaquear. Lo conseguí un tiempo, después todo cambió: el destino, el trabajo, la gente, la vida...

Recuerdo que aquel día le veía ir y volver, y en mis idas y vueltas también, nos encontrábamos y nos sonreíamos. Yo hacía lo posible por volver a encontrarle y volver a ver sus ojos mirándome una vez más... hasta que no pude con las ganas. Cuando ví que nadie nos veía, me acerqué a él, le pillé por sorpresa y tras mirarnos unos instantes, le besé en la boca. Me devolvió el beso, (o es quizá se quedó demasiado pasamado como para reaccionar de otro modo) y en cuanto fui consciente de lo que había hecho, desaparecí como alma que lleva el diablo y no volví a aparecer por la zona en el resto del día.

Claro que, aquello merecía una explicación por mi parte. Así que compré una pequeña rosa roja y entregándosela, aquella noche me disculpé. Su respuesta no pudo ser más dulce, le pareció que aquel beso había sido un regalo... como la rosa.

Al día siguiente partía de viaje hacia Italia para quedarse un año. Nos despedimos y le deseé lo mejor.

Años después volvímos a vernos. Cada cual con su pareja. Y seguía siendo aparentemente el mismo, con la misma sonrisa pícara y sus hermosos ojos claros.

Mi madre siempre me ha dicho que debería escribir un libro acerca de los hombres de mi vida... je, entre tú y yo, tengo material para un buen tomo...