martes, 29 de marzo de 2011

Cómo deshacerse de los recuerdos?

He tirado todo.

Empezando por los recuerdos, esos que se aferran a cualquier luz, a cualquier frase, a cualquier movimiento. Los he tirado. Mezclados con un sin fin de papeles, historias, cuentos, proyectos, cartas, cientos de cartas... montones de nombres, montones de caras, montones de lugares, infinitos sueños.

Otro traslado, otra oportunidad para tirar lo que vamos arrastrando sin motivo; a veces son tantas cosas a las que nos acostumbramos que de pronto un día vemos con sorpresa que algo nos pesa, nos sobra, casi nos molesta. Hay que dejar paso a lo nuevo, renovar la energía.

Eso es lo que pensaba cuando el otro día, con un poco de pesar, tiraba al saco una carta de alguien remoto, alguien que casi no existe ya en mi imaginario... y son muchos alguien en realidad, los que vienen y se van....

¿qué será de toda esa gente que vamos cruzándonos en la vida y que por una causa o por otra dejamos de ver?. ¿qué son? ¿dónde son? ¿se acordarán alguna vez de nosotros? ¿nos enseñaron algo?... En esas cartas había restos de personas que durante un tiempo formaron el paisaje de mi vida. ¿Es una vida que cambia?. Es una vida que camina y deja atrás lo que le sobra, como hace la serpiente con su piel vieja, para seguir creciendo.

Hoy camino más libre, me voy soltando, aligerando peso. Y doy un paso tras otro con ganas de ver lo que me depara la vida. Quizá digas que me deparará más recuerdos... eso somos entonces; somos tantas cosas... ¿cómo escapar de eso?

Termino ya, con una frase que encontré en tantos apuntes que alguna vez me parecieron inevitables:

“El corazón tiene más cuartos que un hotel de putas”. Gabriel García Márquez.

Por alguna razón algún día me pareció una gran frase....

miércoles, 9 de marzo de 2011

La rosa de Borges

Bueno, en realidad el título es "La rosa de Paracelso", cuento escrito por Borges.

Lo leí por primera vez hace ya varios años, cuando era una adolescente inquieta y con una facilidad enorme para hacerme preguntas y descubrir respuestas. Y lo disfruté también porque aquella versión iba acompañada de unas ilustraciones geniales cuyo autor/a ahora desconozco.

He redescubierto este cuento en varias ocasiones y siempre me deslumbra. El cuento es largo, la historia misteriosa, y sus enseñanzas, escondidas entre las palabras, antiguas como el tiempo. No voy a copiar aquí todo el texto sino sólo un detalle, una pista para que si quieres tú lo busques y lo disfrutes también.

Un abrazo.
_______

... "El camino es la Piedra. El punto de partida es la Piedra. Si no entiendes estas palabras, no has empezado aún a entender. Cada paso que darás es la meta.
El otro lo miró con recelo. Dijo con voz distinta:
-Pero, ¿hay una meta?
Paracelso se rió.
-Mis detractores, que no son menos numerosos que estúpidos, dicen que no y me llaman un impostor. No les doy la razón, pero no es imposible que sea un iluso. Sé que "hay" un Camino,
Hubo un silencio, y dijo el otro:
-Estoy listo a recorrerlo contigo, aunque debamos caminar muchos años. Déjame cruzar el desierto. Déjame divisar siquiera de lejos la tierra prometida, aunque los astros no me dejen pisarla. Quiero una prueba antes de emprender el camino,
-¿Cuándo? -dijo con inquietud Paracelso.
-Ahora mismo -dijo con brusca decisión el discípulo.
Habían empezado hablando en latín; ahora, en alemán.
El muchacho elevó en el aire la rosa.
-Es fama -dijo- que puedes quemar una rosa y hacerla resurgir de la ceniza, por obra de tu arte. Déjame ser testigo de ese prodigio. Eso te pido, y te daré después mi vida entera.
-Eres muy crédulo -dijo el maestro- No he menester de la credulidad; exijo la fe.
El otro insistió.
-Precisamente porque no soy crédulo quiero ver con mis ojos la aniquilación y la resurrección de la rosa.
Paracelso la había tomado, y al hablar jugaba con ella.
-Eres crédulo -dijo-. ¿ Dices que soy capaz de destruirla?
-Nadie es incapaz de destruirla -dijo el discípulo.
-Estás equivocado. ¿Crees, por ventura, que algo puede ser devuelto a la nada? ¿ Crees que el primer Adán en el Paraíso pudo haber destruido una sola flor o una brizna de hierba?
-No estamos en el Paraíso -dijo tercamente el muchacho-; aquí, bajo la luna, todo es mortal.
Paracelso se había puesto en pie.
-¿En qué otro sitio estamos? ¿Crees que la divinidad puede crear un sitio que no sea el Paraíso? ¿Crees que la Caída es otra cosa que ignorar que estamos en el Paraíso?
-Una rosa puede quemarse -dijo con desafío el discípulo.
-Aún queda fuego en la chimenea -dijo Paracelso-. Si arrojaras esta rosa a las brasas, creerías que ha sido consumida y que la ceniza es verdadera. Te digo que la rosa es eterna y que sólo su apariencia puede cambiar. Me bastaría una palabra para que la vieras de nuevo.
-¿Una palabra? -dijo con extrañeza el discípulo-. El atanor está apagado y están llenos de polvo los alambiques. ¿Qué harías para que resurgiera?
Paracelso le miró con tristeza.
-El atanor está apagado -repitió-- y están llenos de polvo los alambiques. En este tramo de mi larga jornada uso de otros instrumentos.
-No me atrevo a preguntar cuáles son -dijo el otro con astucia o con humildad.
-Hablo del que usó la divinidad para crear los cielos y la tierra y el invisible Paraíso en que estamos, y que el pecado original nos oculta. Hablo de la Palabra que nos enseña la ciencia de la Cábala.
El discípulo dijo con frialdad:
-Te pido la merced de mostrarme la desaparición y aparición de la rosa.
No me importa que operes con alquitaras o con el Verbo.
Paracelso reflexionó. Al cabo, dijo:
-Si yo lo hiciera, dirías que se trata de una apariencia impuesta por la magia de tus ojos. El prodigio no te daría la fe que buscas: Deja, pues, la rosa.
El joven lo miró, siempre receloso. El maestro alzó la voz y le dijo:
-Además, ¿quién eres tú para entrar en la casa de un maestro y exigirle un prodigio? ¿Qué has hecho para merecer semejante don? ..... "