Érase una vez, un planeta donde cada año en las mismas fechas, a la gente le daba por hacer las cosas más alocadas que no hacía el resto del año. Unos volvían a casa desde muy lejos para estar un poco de tiempo con sus familias a las que no habían visto en todo el año, otros gastaban y gastaban comprando adornos y luces para colgar de un abeto de plástico que colocaban en un lugar destacado del salón; a los que no les gustaba el abeto entonces gastaban su dinero en piezas para componer un pequeño pueblo donde se armaba un guirigai porque un joven matrimonio tenía un hijo dentro de una cueva junto a una vaca y un burro. Después había otros que escribían largas listas de la compra y llenaban la nevera como nunca para comer delicias que no habían probado desde hacía meses o incluso años. Había también quien incluso se sentía mejor persona y daba donativos en las calles a los pobres o sonreía a algún titiritero nómada que le pedía un poco de ayuda con un sombrero raído. Algunos se abrazaban y cantaban al lado de otros a los que el resto del año apenas habían hablado o tocado o mirado... Luego estaban esas raras personas que se volvían locas y saltaban y gritaban de alegría haciendo toda clase de monerías cuando en un sorteo especial, les tocaba el primer premio. Por esas fechas la gente reía un poco más y se paraba a saludar y desear buenos tiempos a otros y otras. Se visitaban, reunían y hacían regalos y brindaban por el sueño de que el siguiente año fuera todo mucho mejor. Y no hubiera más guerras, ni más delincuencia, ni más pobreza, ni más violencia, ni más mentiras, ni más tristezas... Por un momento, todos y todas pensaban que ellos mismos serían mejores el año siguiente, y el mundo sería mejor.
Y a eso le llamaban Navidad.
¿Qué es la Navidad?. Un concepto, una idea, una sensación, una tristeza, una incomprensión, una injusticia, una falsedad, una alegría, un sueño o muchos, un mal recuerdo, un recuerdo imborrable, una sonrisa, un abrazo, muchos abrazos, una historia, un invento, un ápice de esperanza...
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