Ahora que ha llegado la primavera, encuentro un relato que escribí en pleno invierno. Uno de esos días plomizos en donde las ideas se empapan también del color gris del cielo.
Copio y pego.
y prometo que mañana subo unas fotos preciosas de la primavera, que está por todas partes, es una maravilla!.
" A mi lado una señora mayor murmura durante el viaje. Es como si fuera rezando en voz muy baja. Las estaciones se suceden. Miro por la ventana y en el invernadero donde venden flores y macetas, veo a los dos patos en el embalse de agua; los veo ahí todos los días, supongo que el invierno aquí les resulta, a pesar de todo, más benigno que en el norte de Europa.
Mientras la señora reza a mi lado, frente a nosotras un poco más adelante, un hombre y una mujer que podrían ser un matrimonio, hablan en voz alta. Parecen discutir o al menos tener opiniones diferentes con respecto a algo. Ella tiene un rostro sin luz, ojeras y hoy no se ha peinado. Suspira en los silencios. Él parece un poco sordo, quizá por eso gritan.
Llueve, no para de llover. Llueve dentro, llueve fuera. Esta persistente lluvia nos envuelve como una capa húmeda que se pega a la piel
Ella le dice “vamos”. Bajan del tren. La señora a mi lado no para de murmurar. Si está rezando me alegro de que alguien rece, y espero que Dios la escuche. También puede ser que no rece, sino que va relatando a alguien que no veo, aquello que yo misma voy viendo.
La dejo sola cuando me bajo en la siguiente estación. Aunque ahora que lo pienso, también estaba sola cuando yo estaba sentada junto a ella. Y la señora con el rostro apagado y el marido sordo, creo que también estaba sola aunque él fuera con ella. Es esa soledad que llevamos encima cuando la capa húmeda de la lluvia no se despega de nuestro cuerpo… o será que ya estoy delirando porque un goteo constante ha horadado mi cerebro?.... Ah... esta lluvia."
________
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario