Gente por doquier, llenando espacios en la calle, en bares y restaurantes. Teatro y música a partes iguales, con la visita de conocidos artistas que hacen vibrar a la gente hasta altas horas de la noche. Bandas de música que amenizan el cotarro por el Casco Viejo al ritmo de uno o dos pintxitos, sin olvidar el deporte rural y las consabidas corridas de toros que, por extraño que pueda parecer al foráneo, tienen en Euskadi su máxima expresión, por algo el arte del rejoneo, dio comienzo hace siglos en la zona de Navarra. Esa parte yo prefiero saltármela, no me gusta ver sufrir a nadie, sea animal, persona o "cosa".
Ayer salimos a disfrutar un poco de toda esa locura que comienza a cruzar fronteras. Para los que no estuvieron, ahí va una pequeña muestra. (Siento que las fotos queden tan pequeñas)


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