¿No sientes que los ojos se acostumbran? ¿los oidos? ¿la decendia? Que antes quizá torcías la cabeza, te tapabas los ojos, por aquello de que el dolor ajeno siempre escuece aunque no sea la herida en la propia carne... pero ahora ¿no sientes que los ojos se acostumbran?
Es como si el filo de la navaja estuviera menos afilado o como si la piel, más curtida, hiciera resbalar el arma... y está pasando, está pasando ahora...
Ante tal desproporción me siento totalmente inútil...


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