sábado, 24 de septiembre de 2011

Apostar por el Decrecimiento

Así dicho, suena raro, pero en la última semana he leído dos artículos que defendían este nuevo modelo de desarrollo. No se trata de propuestas descabelladas sino por el contrario, de ideas surgidas a raíz de la observación del mundo actual, que crece con desmedida y se dirige al caos de la misma forma.

“El decrecimiento propone un cambio de modelo en la economía, olvidar el usar y tirar, el gasto energético desmedido, el crédito incontrolado; una mayor austeridad”.

Uno de sus impulsores, el economista francés Serge Latouche, considera que “tras decenios de despilfarro, hemos entrado en la zona de tempestades, en el sentido literal y figurado. Una sociedad basada en la acumulación ilimitada y la depredación sistemática de los recursos naturales, es insostenible. Ese sistema está condenado al crecimiento. Y cuando el crecimiento disminuye o se estanca, hay crisis, incluso pánico. Esa necesidad hace del crecimiento un círculo vicioso”. Razón no le falta.

Pero él no es el único que apuesta por salir de esa espiral. Cada vez más se oyen voces críticas al modelo de desarrollo que venimos sufriendo, voces que apuestan por poner límites al crecimiento, apostando por el largo plazo en vez del corto. Un cambio que evite los fallos en un sistema de enriquecimiento que va en paralelo al empobrecimiento de millones de seres humanos. Un sistema de enriquecimiento que hace que para hacer funcionar la maquinaria económica, debamos obsesionarnos con el consumo, el gasto, el reemplazar una y otra vez un producto que se queda obsoleto, según las normas marcadas precisamente por ese mercado de consumo.

“Tenemos una definición de riqueza muy restringida a lo material, y lo mismo pasa con la libertad, que va en función del tipo de coche que puedes comprarte y hasta dónde puedes viajar.” De nuevo Latouche se cuestiona por qué el bienestar de un país se mide básicamente en índices económicos, y pone como ejemplo a otros países que cuentan con un FIB (felicidad interior bruta) en Bhután, o el de Desarrollo Humano de la ONU… Sistemas que miden la calidad de vida con otros parámetros.

Finalmente, Leonardo Boff, ese versátil filósofo incansable, menciona también: “La reducción del crecimiento es una reacción sabia de la propia Tierra que nos envía este recado: Olviden la idea desaforada del crecimiento, pues éste es como un cáncer que va a corroer todas las fuentes de vida. Busquen el desarrollo humano de los bienes intangibles, que sí pueden crecer sin límites, como el amor, el cuidado, la solidaridad, la compasión, la amistad, al creación artística, la espiritual… “

“No creo equivocarme – dice para terminar – pensando que hay oídos atentos a este mensaje y que haremos la travesía anhelada”.

Tomemos nota pues.

martes, 13 de septiembre de 2011

Museo Cristóbal Balenciaga




Nos fuimos de paseo.

El mar nos condujo por playas en forma de Concha. El viento nos llevó por paseos cubiertos de historia, de navegantes que partieron para dar la vuelta al mundo.

Y descubrimos el universo de Balenciaga. Realmente un universo propio. El mundo de un creador reconocido por propios y extraños.

El Museo que alberga esa exigua colección de creaciones del modisto más respetado, muestra al poco de entrar, un excesivo espacio, un excesivo gasto, una excesiva pretensión, un excesivo sueño, un excesivo precio...

Y un recorrido cómodo, moderno y también elegante, casi como si recorriéramos el edificio sobre una de las telas de tafetán de seda con las que el mismo Balenciaga trabajaba, o creaba, o deleitaba ...

No soy entendida en moda. Bueno, no soy entendida en nada. Pero aproveché para disfrutar también de los rincones escogidos que nos regala el edificio. Ahí van un par de muestras.