sábado, 15 de diciembre de 2012

Gernikako Arbola


Llevo... no sé, unos cuantos años con el blog, no muchos. Al comienzo fue un ejercicio interesante de escritura, de expresión, y de encuentro y descubrimiento, pues además de leer a otros/as a través de este invento, otros/as me leían. Era una sensación extraña sentirse "leida" y contestada. Hasta a veces parecía que importaba eso que tenía que decir, que a alguien le llegaba, aunque no fuera más que para rebotar el mensaje que yo misma había dejado en su blog. Eso de expresar conlleva el hecho de ser una hacia afuera, no sólo quedarte dentro de ti misma, con tus ideas y pensamientos, sino de salir de ti, y es ese escucharse en el eco que otros/as te mandan, lo que hace que el ego se alimente, te crezcas quizá, te recrezas: "soy algo más de lo que pienso de mi" "soy también esto" soy... soy... Luego llega un día en que esa sorpresa inicial y la novedad, van dando paso a la calma y encuentras que lo que tienes que decir no es ni con mucho, tan importante como lo que otros/as cuentan y/o inventan. Apenas incluso es importante para tí. ¿Realmente contamos cosas importantes de nosotros/as mismos/as en un blog?. Quizá haya quien lo hace. No estoy segura de que yo haya sido capaz. ¿A quién le importa?. Las cosas que voy sabiendo importantes para mí resultan ser dificilmente "compartibles" o explicables en un medio como este. Se queda pequeño. Y parece que se va quedando pequeño para casi todo, pues poco a poco he ido dejando de escribir. Y esta será posiblemente, lo intuyo, mi última entrada al blog. Me ha parecido un día idóneo para ello. La mañana ha empezado divinamente. Después de unos días nublados, fríos y de lluvia, el sol nos ha calentado la mañana mostrando unos reflejos preciosos escondido tras algunas lejanas nubes. Me he levando bien. Mientras me duchaba, en la radio retransmitían desde Gernika la jura de su cargo por parte del nuevo lehendakari, Iñigo Urkullu. Hemos escuchado, primero en casa y después en el trayecto en coche a Bilbao, la ceremonia que tenía lugar en las Juntas Generales. El locutor, un conocido periodista bilbaino, nos ha ido relatando, de la mano de algunos invitados, la historia de las diferentes juras por parte de cada lehendakari precendente, la aparición clandestina del segundo lehendakari, Leizaola, que estanto exiliado en Paris vino a Gernika a escondidas en un acto simbólico, hecho que se mantuvo magnificamente en secreto;  pequeñas historias de los Fueros, de la primera constitución del Estado que promovía la igualdad de todos los ciudadanos y sus derechos civiles; también de la reina Isabel y su jura de los Fueros, y copio: " siendo aquella reina precisamente, la que, más que otro soberano alguno, procuró cumplir sus obligaciones de jurar los Fueros del Señorío, acaso hasta pecar en ello por redundancia y exageración. El Fuero de Vizcaya exige juramento inmediato de todo nuevo Señor, y exige, además, una visita personal para repetir el juramento en los cuatro lugares tradicionales, caso de que no hubiera sido hecho en ellos la primera vez. Esta visita ha de hacerse tan pronto como las circunstancias del nuevo señor se lo permitan, y hay penas monetarias indicadas si se dilata más de un año después de ser requerido en forma por el Señorío".... Mientras escucho la radio del coche, observo a través de la ventanilla la vida de la calle; gente paseando cerca de la ría, parejas haciendo footing, grupos patinando, algo más lejos a los turistas saliendo del Guggenheim, un par de extranjeros sacándose fotos, la trainera de Lekeitio remando en la ría, los rayos del sol brillando tras una nube alta, iluminando un Bilbao deslumbrante en el que resuenan esta mañana los txistus de grupos de baile que recorren las calles. Es y parece un día de fiesta. Todo está en su sitio. Todo suena como debe sonar. Todo empieza de nuevo a cada instante. Es una sensación de plenitud que siento al observar el mundo en el que me muevo, en el que vivo, del que formo parte y en el que trato de mantenerme entera, íntegra, con cada nuevo aprendizaje. Comienza una nueva oportunidad, se abre una puerta que se había cerrado, o quizá sea otra distinta, pero sea como sea, es una puerta tras la que se muestra el sol. Lo presiento. Y en Gernika terminan los actos con el discurso del Lehendakarim Urkullu, que firma en el libro de la casa de Juntas algo como: "Para todo el que se sienta euskaldun, ser lehendakari es el mayor orgullo". Puerta abierta. Hay un camino por delante. Esa es la mejor de las opciones.

Gracias mil.
Y seguimos cerca.
;-)
Iraide

2 comentarios:

  1. ¡Qué precioso post! Hacía mucho que no escribías así... más elaborada, más profunda, más viva, más en muchas cosas. Será por la despedida¿?, por el discurso ¿?, por el día¿?
    besos y cariños de siempre

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  2. cuando me escribiste, en el blog... pensé que habías regresado a este tu espacio.
    aunque claro hay sitios donde no hay que regresar
    besos

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