sábado, 7 de enero de 2012

El Universo Vecino

"Lo que necesitamos es imaginación. Hemos de descubrir una nueva visión del mundo".
RICHARD FEYNMAN

El Universo Vecino es un libro que pronto caerá en mis manos, de Marcus Chown, y del que traslado una presentación. Marcus Chown es un cosmólogo con revolucionarias ideas que no duda en experimentar y trasladar, no sólo a la comunidad científica, sino al público en general; algo que para quienes tenemos inquietud aunque poco conocimiento en determinados temas, siempre es de agradecer. Celebro su defensa de lo absurdo, de lo aparentemente absurdo digamos, que nos lleva, si tenemos el sufiente valor, a descubrir caminos no trillados que guardan respuestas sorprendentes a muchas preguntas que todos y todas nos hacemos a veces, y no siempre del tipo "¿cómo dio comienzo la vida?". Las preguntas que muchas veces queremos responder, guardan su secreto en el simple hecho de atrevernos a ir un poco más allá, de trascender viejas limitaciones y expresarnos libre y creativamente.

Comienza su presentación de este modo:

 Las nuevas ideas constituyen la substancia de la ciencia. Sin un flujo constante de ellas –palomas de barro catapultadas al cielo azul para ser derribadas– la ciencia sería imposible. Como especialista en cosmología del New Scientist, a veces me encuentro con ideas alucinantes que hacen dar vueltas a mi cabeza con sus atrevidas ramificaciones y posibilidades. Como la noción de que el tiempo podría en realidad ir hacia atrás; o de que podrían existir múltiples realidades que pondrían en juego todas las historias posibles; o que nuestro universo podría haber sido creado como un experimento de bricolaje por seres superiores de otro universo. Casi siempre, dichas ideas son intentos de responder a las grandes preguntas de la ciencia. ¿Qué es el tiempo? ¿Qué es la realidad? ¿Estamos solos en el cosmos? ¿De dónde surge el universo? En gran medida, dichas preguntas exponen los límites de nuestro conocimiento actual, iluminando las claves de lo que los científicos de vanguardia pugnan por comprender.

A primera vista, estas ideas pueden parecer alocadas, pero en su día, la idea de que el tiempo se hace más lento para alguien que viaja rápido o en presencia de la gravedad, parecía alocada. En la actualidad, la «dilatación del tiempo» puede demostrarse mediante relojes atómicos de superprecisión, y no hay nadie que tenga serias dudas al respecto. En su día, la idea de que un átomo pudiera estar en dos lugares a la vez –el equivalente cotidiano de estar sentado y de pie al mismo tiempo– parecía algo absurdo.

En la actualidad, no sólo es algo que puede demostrarse con facilidad, sino que inventos que explotan las ideas de la «teoría cuántica» constituyen el 30% del PNB de los Estados Unidos. Lo «absurdo», por lo tanto, no es ninguna base para desestimar una idea. La naturaleza no tiene ninguna obligación de respetar nuestras sensibilidades ni de comportarse de un modo que case con el sentido común. «Su idea es absurda,» se comenta que dijo el gran físico Niels Bohr a un colega. «La pregunta es: ¿suficientemente absurda como para ser cierta?» Evidentemente, la imaginación científica debe trabajar en el marco de los límites de los hechos conocidos.

Existen evidencias de todas las ideas que presento. Este libro es un tributo a personas extraordinarias con ideas extraordinarias. Es un reconocimiento al valor e imaginación del intento de construir la ciencia del futuro. Es un homenaje a todos aquellos que luchan por ver más allá del limite del universo conocido. Espero que al leer este libro conseguiremos algo del sabor del maravilloso, extraño y estrambótico universo en el que nos encontramos; un lugar más extraño que cualquier cosa que pudiéramos inventar. Espero también que nos haga pensar.

Con palabras de E. E. Cummings: «Escucha: hay un fantástico universo vecino; entremos…»


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