jueves, 3 de junio de 2010

Hoy me han contado algo... fascinante

Extraño, increíble, maravilloso, fantástico. Y yo embobada como una quinceañera; que en el fondo es lo que sigo siendo, a quién pretendo engañar.

Solfeggio.

La sola palabra es encantadora, no?. Y ¿qué es el Solfeggio?. Un prodigio de la naturaleza, un descubrimiento asombroso, una herramienta mágica, una llave del Principio... Un secreto bien guardado.

Estaba con Fini y Bego. Suelo pasar a visitarlas una vez a la semana al menos. Entrar ya en el jardín es un ejercicio de relajación y paz. Desde fuera huele a incienso y se oye el sonido de la música de fondo. La puerta está abierta. No hay nadie en la tienda, aparentemente, como siempre. Llamo, pregunto y la voz de Bego contesta: “¡hasta el fondo!”. Están en el despacho, escribiendo, o dibujando, o leyendo, o enredando en el ordenador. Zurtz, el perro, negro como el carbón, sale a recibirme meneando su cola.

Como ocurre habitualmente con ellas, no sé cómo llegamos a tocar el tema, pero éste surge y me dejo llevar. Son tantas las cosas que saben y cuentan que es imposible marcharse de allí sin una pregunta al menos en la cabeza. Hoy me han hablado del Solfeggio.

Al parecer fue un tipo de – a ver si lo digo bien – sonido, de vibración sonora aplicada a la música, que con sus frecuencias particulares obtenía unos resultados asombrosos tanto en el comportamiento de las personas, como en su naturaleza, salud o espíritu.

¿Ciencia Ficción?. No lo sé, el caso es que me ha dado tema para tomar notas porque, además, tiene alguna relación (o hacen que la tenga) – oh, sorpresa – con las secuencias de Fibonacci, y la Geometría Sagrada, temas que de una u otra manera, estoy tocando y aprendiendo últimamente. Todo se relaciona. ¿Por qué me sorprendo?...

Según parece, fue entre los siglos IX y XIII que esas frecuencias especiales fueron aplicadas a la música de entonces, que era, como es de suponer, música sacra en su mayoría. Los cantos gregorianos, por ejemplo, adaptaron estas vibraciones, y se dice que con ello conseguían sanaciones en quien escuchaba...

Pero algo más curioso aún, si cabe, es que una de esas frecuencias, la que tiene que ver con la letra MI , es de 528 Hz, y es la misma que la frecuencia que repara el ADN dañado. No me preguntes cómo es eso; es sólo una de las virtudes que tiene esa música.

Claro que, llegó la Iglesia, de nuevo, y dijo que de eso nada. Que a ver quién necesitaba gente sanando sola y elevando tanto el espíritu... no fuera que las gentes se “elevaran” tanto que se les escaparan de las manos.

Ahora bien:

Hay quien defiende y demuestra matemáticamente, que todo esto es mentira; que las frecuencias no coinciden con las notas musicales. Otros dicen que es puro embuste para embaucar inocentes. Hay quien sostiene que son vibraciones especialmente creadas para manipular la mente de las personas y que pueden incluso crear algún trastorno psicológico. Qué sé yo... ¿cuál es la verdad?. ¿Que desde tiempo inmemorial han intentado arrebatarnos todas las maravillas de la vida para mantenernos controlados?. ¿Que existen modernos hechiceros con complejo de Merlín?

Sea como fuere, mi imaginación no podía evitar “escuchar” los acordes de una bonita novela...

Abrazos.

3 comentarios:

  1. Este post encaja con el anterior, viste? Pues no sabía nada de eso. No sé si será verdad o un bluff, aunque hay un argumento a su favor que es difícil de quitármelo de la cabeza: si la iglesia se opuso, tan malo no debe ser. Gracias por desasnarme, al menos respecto de esto!

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  2. Hacía mucho tiempo que no entraba a leer tus cosas... la falta de tiempo y la pereza... pero de vez en cuando me acuerdo y me sorprenden las cosas que cuentas. Yo nunca había oido hablarr del tema ese. Qué cosas hay en la vida no?

    Un besoabrazo
    pati

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  3. patiii!

    Es bueno "verte" de vez en cuando.

    Muchos besos

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